La última reunión del Comité Federal de Mercados Abiertos de la Reserva Federal (FOMC, por sus siglas en inglés) antes de las elecciones presidenciales del próximo 3 de noviembre confirmó el compromiso del banco central para mantener los tipos de interés entre el 0% y el 0,25% por lo menos hasta finales de 2023 e incluso ya 2024. También redujo casi a la mitad la contracción prevista para este año del PIB de Estados Unidos, que caerá un 3,7% en lugar del 6,5% previsto en junio.
No obstante, la última comitiva manifestó que existe cierta disonancia entre los diez altos funcionarios con derecho a voto en el Comité encargado de dictar la política monetaria en EEUU. El comunicado final reflejó los nuevos cambios en la hoja de ruta de la institución, donde su meta ahora es que el incremento de los precios se sitúe “moderadamente” por encima de ese nivel durante “cierto tiempo” para que la inflación registre una media del 2%.
Esta situación refleja los cambios abordados en la “Declaración Sobre Objetivos a Largo Plazo y Estrategia de Política Monetaria” publicada el pasado 27 de agosto, donde la Fed aprobó unánimemente la transformación en su meta de inflación dando pie a una era más larga de dinero barato.
La adopción del objetivo de inflación media, en lugar de la tradicional meta fija del 2%, recalca que la institución se comprometerá a mantener las tasas de interés en los niveles actuales hasta que la economía de EEUU sea lo suficientemente saludable para aguantar subidas en el precio del dinero.
Para lograr este objetivo, la Fed se ha comprometido a no subir los tipos de interés hasta que las condiciones del mercado laboral hayan alcanzado niveles “consistentes” con lo que la Fed considera “pleno empleo” y hasta que la inflación no solo alcance el 2%, sino que esté “en camino” de superar esa cifra “moderadamente” durante cierto tiempo.
Un mensaje que solo apoyaron ocho de los diez votantes. Robert Kaplan, presidente de la Fed de Dallas, votó en contra ya que prefiere que el Comité mantenga una mayor flexibilidad de la tasa de política monetaria incluso cuando se cumplan las nuevas metas fijadas. Por su parte, su homólogo en la Fed de Minneapolis, Neel Kashkari, también mostró su oposición al consenso al considerar que prefiere que el FOMC no mueva ficha hasta que la inflación subyacente alcance el 2% de manera sostenida.
Disputas internas de lado, la comitiva de septiembre llegó acompañada por una actualización de las perspectivas económicas y el conocido como “dot plot“, el diagrama de puntos donde los 17 miembros del FOMC telegrafían sus proyecciones sobre dónde ven los tipos de interés a corto y medio plazo.
En junio, de todos los participantes, solo dos observaban los tipos por encima del rango actual en 2022, por lo que la media no reflejaba una posible subida de tipos para entonces. En el nuevo diagrama, solo un alto funcionario espera una subida de tipos en 2022 y 16 optan por mantener los tipos sin cambios. Para 2023, un total de 13 funcionarios esperan que el precio del dinero se mantenga en el nivel actual, dos proyectan una subida de tipos hasta el 0,25% y el 0,50%, uno los sitúa por encima del 0,5% y otro miembro más allá del 1,25%.
Algo que comulga con las últimas expectativas de inflación. Las variaciones auguran de media una subida de precios del 1,2% este año, 1,7% en 2021, 1,8% en 2022 y del 2% en 2023, aunque algunos de los miembros creen que se alcanzará de nuevo el objetivo del 2% tan pronto como el año que viene.
El nuevo cuadro macroeconómico también estima de media que buena parte de la caída del producto interior bruto por el parón de la pandemia se recuperará el próximo año, con una subida del 4% del PIB en 2021, del 3% en 2022 y del 2,5% en 2023. Estas subidas son ligeramente menores a las estimadas en junio.
“En esta nueva normalidad, las tasas permanecerán cerca del límite inferior”, señaló Powell en la rueda de prensa posterior, donde insistió en que el panorama económico sigue siendo “extraordinariamente incierto” y recordó como la Fed “cuenta con poder de préstamos pero no de gasto”. Una forma de urgir al Congreso de EEUU para que apruebe más estímulos dado que EEUU “podría necesitar un mayor apoyo fiscal y monetario”, añadió.
Otros cambios en su hoja de ruta
La Fed ha llevado a cabo otras modificaciones. Por ejemplo, a partir de ahora, su atención al mercado laboral estará basado en las “evaluaciones de las deficiencias de empleo desde su nivel máximo” cuando anteriormente se refería a “desviaciones de su nivel máximo”.
Si bien la modificación puede parecer redundante, pone de manifiesto el aprecio de la Fed por los beneficios de un mercado laboral fuerte, especialmente entre las comunidades que reciben ingresos bajos o moderados. Además refleja que el banco central de EEUU considera que se puede mantener un mercado laboral sólido sin provocar un brote de inflación.
El miércoles, el FOMC reiteró que continuará comprando bonos del Tesoro y valores respaldados por hipotecas residenciales y comerciales “al menos al ritmo actual” para mantener el buen funcionamiento del mercado, fomentando así la transmisión efectiva de la política monetaria y garantizando unas condiciones financieras más laxas.
Estas compras, conocidas como flexibilización cuantitativa, o QE por sus siglas en inglés, han engordado su balance hasta los 7 billones de dólares. Actualmente, el banco absorbe alrededor de 80.000 millones de dólares en bonos del Tesoro al mes y cerca de 40.000 millones de dólares en activos hipotecarios.
Fuente: José Luis de Haro