Las ventas minoristas registraron un aumento mensual en febrero, pero fueron inferiores a lo previsto, lo que genera preocupación por el posible debilitamiento del gasto del consumidor —el motor de la economía estadounidense—.

La Oficina del Censo anunció el lunes que las ventas minoristas aumentaron un 0.2% en febrero con respecto a enero. El pronóstico de consenso entre los analistas que siguen a FactSet era de un aumento del 0.7%.

El cambio en las ventas de enero se revisó a la baja, a una disminución mensual del 1.2%, desde una caída del 0.9%, lo que sugiere que la contracción del gasto observada a principios de año fue mayor de lo previsto anteriormente. Las ventas aumentaron un 3.1% anual.

Las ventas en solo cinco de las 13 categorías que monitorea la Oficina del Censo aumentaron en febrero con respecto a sus niveles de enero: comercio minorista sin tiendas físicas, un indicador del comercio electrónico; artículos generales; salud y cuidado personal; alimentos y bebidas; y materiales de construcción. Estas categorías se inclinan por productos esenciales en lugar de discrecionales, por lo que las ganancias en estas áreas indican que los consumidores fueron cautelosos con sus gastos el mes pasado. El gasto en restaurantes y bares cayó un 1.5% con respecto a enero.

Gisela Hoxha, economista de Citi, advirtió antes del informe que la reciente volatilidad en las ventas minoristas significa que es “importante promediar los datos de varios meses para comprender la tendencia subyacente”.

Cabe destacar que las ventas minoristas del llamado grupo de control, o ventas que excluyen alimentos, gasolina y automóviles, aumentaron un 1% en comparación con las expectativas de un aumento del 0.4%. Los economistas afirman que esto indica una buena salud subyacente en la economía de consumo, incluso si el gasto se está desacelerando. La cifra del grupo de control se utiliza para calcular el producto interno bruto del trimestre.

Los minoristas han advertido que febrero tuvo un comienzo flojo debido a una combinación de clima frío, retrasos en las devoluciones de impuestos y una creciente incertidumbre entre los consumidores sobre la economía.

Desde enero, la confianza del consumidor ha registrado tres meses consecutivos de caídas, mientras los estadounidenses intentan adaptarse a las cambiantes políticas de la administración Trump, desde aranceles intermitentes hasta recortes generalizados de empleos en el gobierno federal.

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